Antes que nada y para entrar en contexto, pensemos en finales del siglo XIX, el Avant-Garde o vanguardia artística y, en este caso, tomemos particularmente al movimiento Art Nouveau o Modernismo.
Un movimiento que tenía la intención de crear un arte nuevo, diferente a la escuela clásica implantada hasta entonces, un arte libre y moderno. Dentro de la estética que presentaba hacían mucho hincapié en la inspiración sobre la naturaleza y la imagen femenina que, al mismo tiempo, incorporaban novedades derivadas de la revolución industrial.
Uno de los referentes del movimiento fue el artista decorativo checo, Alfons Mucha; el incursionó en el mundo del arte publicitario creando piezas emblemáticas para marcas como Nestlé, Möet & Chandon y otras como chocolates y cervezas. Obras y afiches que dotaron a las distintas marcas con un halo artístico.
Pero pasó el tiempo y la publicidad cambió bruscamente, divorciándose de cierta forma de todo el legado del Art Nouveau y entrando en la era del consumismo y producción en serie.
«Dicen que el tiempo cambia todas las cosas,pero en realidad nosotros tenemos que cambiarlas”.
– Andy Warhol.
Cambiamos de vanguardia, finales de los 50s y nacimiento del Pop Art que tuvo la intención de volver a poner al arte en contacto con el mundo y la realidad objetual. Como indica el nombre, Arte Popular, toma del pueblo los intereses y temática.
Fue una manifestación plástica de una cultura caracterizada por la tecnología, la democracia, la moda y el consumo, donde los objetos dejan de ser únicos para producirse en serie.
Tomando a Warhol como mayor exponente del movimiento vanguardista, observamos en sus obras latas de conservantes, gaseosas, presidentes asesinados, afiches de armas, estrellas de la farándula y una silla eléctrica. Todas estas como una crítica a la sociedad y a los intereses, algo parecido a la actualidad, ¿no?
Actualmente estamos rodeados por infinidad de anuncios publicitarios, salimos a la calle y estamos infestados por ellos, sea donde sea que miremos. Tirando un número al azar debemos estar expuestos a 2000 anuncios por día.
Antes los anuncios estaban en revistas y canales de televisión, si no te gustaba podías volcar la página o cambiar el canal. Ahora están por todo ello, las calles, los buses, paredes de casas, en los techos, baños, redes sociales, están en todos lados y es muy difícil escapar de esto, pero no imposible.
El artista Jordan Seiler, tomó un tipo de acción contra esto fundando al movimiento Public Ad Campaign en 2009, el cual lucha contra la sobrecarga de anuncios publicitarios que recibe y está expuesta una persona común en el día a día.
Jordan junto a un grupo de 80 personas salió por las calles de Nueva York disfrazados de empleados municipales y pintaron de blanco más de 120 soportes para carteles publicitarios y sobre ellos colocaron distintas obras de arte.
Los anuncios de arte no duraron más de un día hasta que Apple junto con otras marcas habrían borrado todo rastro de acción subversiva.
“No importa la naturaleza transitoria del proyecto, no se trata del producto en sí, sino de la experiencia del momento. Todo lo que ha llegado al mundo del arte estos años como la fama y el dinero, no es real. El arte es como la vida: es el aquí y el ahora” -Jordan Seiler
En 2015, Jordan sale con la aplicación Noad para Smartphone, que consiste en abrir la cámara del celular y apuntar a los anuncios publicitarios, la aplicación reemplaza estos anuncios con obras de arte de distintos artistas emergentes.
El problema dentro de toda esta exposición que sufrimos es el mensaje que percibimos. La publicad tomó un lenguaje muy banal donde mucho de lo que vende es sexo y comedia intrascendente.
Ojo que no todas las piezas que se hacen hoy en día son así, hay muchas que son la excepción.
En conclusión, como podemos, ver el arte y la publicidad tienen una pequeña historia y llegó el momento de replantearse qué estamos haciendo, ¿son las piezas publicitarias que creamos algo artístico que incentiva a una reflexión o es algo más del montón?
Puede que la idea de tapar los 2000 anuncios diarios sea irracional y descabellada, pero crear piezas publicitarias que valgan la pena ver, no.
La gente que está dentro del medio tiene el poder de llegada masiva y, con ello, poder expresar algo interesante. Está en nuestras manos cambiar las reglas del juego nuevamente y es hora de decir al cliente que comedia y sexo ya no va, o por lo menos de la forma que la estamos transmitiendo hasta ahora.
Personalmente no creo que yo logré una pieza con el mensaje que planteo, pero capaz con escribir esta nota sea un punto de partida para hacerlo.
Que no se apague nuestra libertad por expresar, por intentar, por luchar contra las cosas que no estamos de acuerdo, cualquier persona es capaz de realizar un cambio y eso es algo que no nos enseñan.
¡Que no muera la libertad!